El ecosistema predominante en la región es el bosque húmedo tropical, bañado por aguas cristalinas de los ríos Ñambí, Nembí, Peje y quebradas como La Sonora que asombra al visitante pues en algunos tramos pasa subterránea bajo los senderos de la reserva, sintiendo su fuerza, pero sin poderla ver, haciendo honor a su nombre.
Un baño revitalizante y purificador en El Charco de La Paila, una gran piscina natural o en la cascada de las Dos Calaveras, llamada así por la forma que la fuerza de las aguas talló quizás durante siglos a las rocas por donde cae el caudal, son algunas de las opciones con que se encuentra el visitante que accede a Ñambí, bien sea por descanso o investigación.
El tránsito por los senderos, perfectamente adecuados mediante mingas comunitarias, es un deleite para los sentidos. Apreciar el dosel del bosque con árboles entre 25 y 30 metros de altura. La sinfonía del canto de las aves que, a manera de una gran orquesta, logra la melodía envolvente y cautivadora. Las hojas que se mecen y los anturios que brotan rojos y coquetos desafiando el verde predominante.
La reserva natural del río Ñambí nace en 1991 por iniciativa de los estudiantes y profesores del Centro Educativo Santa Teresita de Altaquer, concientizados de la importancia de contar con un área protegida ante el avance del deterioro de este ecosistema donde los Andes ceden su espacio a la abrupta vegetación del piedemonte del Pacífico.
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